"Relato de Carmen". (3º Premio Concurso Literario 2016-2017)
Autora: Carmen Barreiro Montes (Colegio Marista Cristo Rey - A Coruña)
La emoción sobrepasaba a Pedro.
El grupo de los chicos mayores (que eran muy populares) habían decididido por fin hacerle miembro y ese no era un honor que se le otorgaba a todo el mundo.
Llevaba todo el año "haciéndoles la pelota" y arrimándose a ellos, a ver si le acogían.
Sus mejores amigos, los mellizos Sara y Edu, se habían mudado y, aunque le mandaban muchos mensajes y se sentía muy querido, no podía pasar los recreos con tan solo el móvil en la mano sin prestarle atención a nadie, así que decidió estar cerca de los más respetados y conseguir un poco de aceptación para sí mismo.
Y al fin lo había conseguido. Ese era el día en el que su esfuerzo se vería recompensado. Estaba yendo hacia ellos con una expectación y emoción fuera de lo normal. Su mente solo tenía un pensamiento que se repetía una y otra vez, y ese era "¡ Por fin!". Él no era tonto y sabía que antes de dejarle ser un miembro hecho y derecho del grupo, debería antes superar alguna prueba, rito o algo similar para mostrar su valía. Esperaba que fuera a hacer un graffiti. Le encantaba dibujar; era muy creativo y pensaba demostrarlo.
Y mientras reflexionaba, llegó al punto de reunión, donde le esperaban todos. La música estaba muy alta, pero aun así temió que se le oyera el corazón, de lo fuerte que le latía.
Intentó imprimir una seguridad en su voz que no sentía en absoluto.
-Hombre, aquí estáis todos, ¿Querías verme?- dijo, mientras se apoyaba de una forma muy despreocupada sobre la pared, mirándose las uñas aburrido, como si fueran una tarea sin importancia de la que era mejor deshacerse lo antes posible. Era extraño, pero esa actitud condescendiente les gustaba, siempre y cuando no se pasara de la raya.
El «líder» se acercó a él, sonriendo de una forma que Pedro empezó a pensar que ni siquiera haría falta pasar ninguna prueba para ser del grupo, que al haberse estado arrastrando para que le admitieran, no necesitaría hacer nada más para ser uno más. Evidentemente, se equivocaba.
-Mira niño, siempre nos has caído bien. Nos gusta tu rollo y sabemos que estás deseando ser parte del equipo, así que queremos saber qué eres, no podemos tener a ningún bebé con nosotros, ¿verdad?- buscó apoyo visual en sus amigos, que se rierod. Volvió a centrarse en el chico que apenas podía respirar.
-Tienes pinta de ser fuerte y de saber qué es lo que te conviene, sin embargo, eres tan pequeño ...
-Realmente, con trece años -interrumpió Pedro, que al principio dejó translucir su nerviosismo, pero se recompuso con una rapidez sorprendente- en muchos países se empieza a considerar que los niños se convierten en hombres. Además, soy más alto y fuerte que la media de mis compañeros.
-Ajá- dijo su interlocutor, el cual no estaba muy impresionado por los datos ni tampoco parecía estar muy contento por haber sido interrumpido.
«Miércoles», pensó el chico. «Nota mental: no volver a interrumpirle nunca».
-Según tú,- dijo la guapísima novia del jefe, que dio un paso adelante y se apoyó en su novio- hay países en los que ya eres un hombre, ¿no? Pues queremos ver si en este también lo eres.
Prueba esto.
Y del bolsillo de sus ajustados pantalones, sacó un porro. Un porro y un mechero. Se los tendió.
-Solo un niño pequeño le pondría pegas a esto. Sabes que te interesan. Esta es fuerte. ¿Nunca te has preguntado a qué sabe? ¿Cómo sería probar? Venga, no todo el mundo tiene el privilegio de que le regalen droga. Somos tus amigos y estás a un paso de que lo seamos para siempre.
Pedro llevaba inmóvil desde que la chica sacó la mano del bolsillo. Una tormenta de pensamientos cruzaba su cabeza. Él estaba callado y quieto, pero por dentro había miles de ideas corriendo y hablando todas a la vez. Intentó calmarse. "Qué hay de malo?" decía una parte de él «Es cierto que siempre he tenido curiosidad acerca de cuál sería mi reacción ante las drogas. Hay dos opciones, buena y mala, y la buena compensa tanto... » Rápidamente apartó ese pensamiento de su cabeza. No sentía tanta curiosidad. Pero lo que sí que sentía es esa necesidad de ser querido. De tener un grupo. Alguien que le esperase si llega tarde, alguien que se preocupase si no aparecía, alguien en quien poder confiar si algo le iba mal, alguien que le defendiese si él mismo no podía...
Necesitaba volver a tener algo así. Si nunca tienes algo, no llegas a saber qué se siente al perderlo, sin embargo, tener algo tan sólido, tan fuerte, algo a lo que estaba tan unido... y que de repente no esté... eso sí es insoportable. Sara y Edu se tenían el uno al otro, pero él se había quedado sin nadie. Solo. Necesitaba esa oportunidad. Además... seguramente no sería tan malo, ¿No? Volvería a tener amigos. Lo necesitaba más que nada enel mundo. Amigos...
De repente se dio cuenta de una cosa muy importante, la más importante, en la que no había caído hasta entonces. Amigos son esos que te valoran por quien eres pase lo que pase. No por lo que hagas. Los amigos no te obligan a hacer lo que ellos quieran sin importarles cómo te sientas. Los amigos son aquellos que se preocupan por ti, no los que se preocupan de si resultas de utilidad o no. Para esos chicos, él no era más que otra marioneta que les proporcionaría dinero. Ellos NO eran sus amigos. Y nunca lo habían querido ser.
Volvió en sí en lo que a Pedro le parecieron horas de reflexión y tan solo habían sido un par de minutos.
-Me parece que voy a rechazar vuestra oferta, pero aprecio que os hayáis fijado en mí- dijo mientras empezaba a marcharse-. Habéis hecho que me dé cuenta de que así, no quiero ser un hombre. Hasta nunca.
Sonrió mientras se iba. Era probable que le hubieran puesto en su lista negra, pero le daba igual.
Había hecho lo correcto. Y estaba seguro de que si seguía haciéndolo, no tardaría en encontrar a unos Amigos de verdad.
Y, efectivamente, estaba en lo cierto.