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Coincidiendo con su 50 aniversario, la Fundación Barrié presenta en A Coruña la exposición “Sorolla. Tierra adentro” con fondos del Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla
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Con motivo de su 50 aniversario la Fundación Barrié presenta la exposición “Sorolla. Tierra adentro” en su sede de A Coruña.
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La inauguración tendrá lugar el 4 de noviembre y se complementará con una conferencia a cargo de Consuelo Luca de Tena, directora del Museo Sorolla.
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La exposición, compuesta por 67 pinturas, ha sido producida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Fundación Museo Sorolla con la colaboración de la Fundación Barrié.
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La exposición aborda la pintura de paisaje de Sorolla, que abandona momentáneamente las playas del Mediterráneo para recorrer “tierra adentro” el campo de las diferentes regiones de nuestro país.
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Gracias al convenio firmado con motivo de esta exposición, la Fundación Barrié colaborará en el programa de catalogación del fondo de fotografía antigua del Museo Sorolla (con más de 6000 fotografías) que desarrolla la Fundación Museo Sorolla.
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Este nuevo proyecto de la Fundación Barrié se complementará con un programa didáctico y la edición de un catálogo.
A Coruña, 4 de noviembre de 2016 – La presentación de la exposición Sorolla. Tierra adentro ha tenido lugar hoy en la sede coruñesa de la Fundación Barrié en un acto en el que participaron Jose María Arias Mosquera, presidente de la Fundación Barrié y Consuelo Luca de Tena, directora del Museo Sorolla.
Esta misma tarde a las 20h tendrá lugar la conferencia inaugural a cargo de Consuelo Luca de Tena, directora del Museo Sorolla que, además, ofrecerá una visita guiada a la exposición. El acto de inauguración contará también con la presencia de José María Arias Mosquera, presidente de la Fundación Barrié y Blanca Pons Sorolla, bisnieta de Joaquín Sorolla, patrona de la Fundación Museo Sorolla y presidenta de su Comisión Permanente.
La exposición ha sido producida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Fundación Museo Sorolla con la colaboración de la Fundación Barrié.
Gracias al convenio firmado con motivo de esta exposición, la Fundación Barrié colaborará en el programa de catalogación del fondo de fotografía antigua del Museo Sorolla (con más de 6000 fotografías) que desarrolla la Fundación Museo Sorolla.
El género del paisaje fue central en la evolución de la pintura moderna: considerado “menor” por la academia hasta el siglo XIX, fue en cambio colocado por el realismo en la vanguardia de la innovación y la experimentación.
Si algo identifica la pintura de Sorolla es su trabajo al aire libre y en plena naturaleza. Los escenarios de luz intensa de las costas de Valencia y Levante son su referente más conocido; sin embargo, “tierra adentro” realizó numerosos paisajes de enorme calidad e importancia: estos paisajes interiores sitúan a Sorolla en el contexto general de las inquietudes artísticas del realismo final y también de las corrientes intelectuales renovadoras de la Institución Libre de Enseñanza y los regeneracionistas españoles.
Sorolla estudió en la Escuela de Bellas Artes de Valencia con Gonzalo Salvá, que lo introdujo en el realismo francés, e Ignacio Pinazo Camarlench, que le dio a conocer a los “macchiaioli” italianos; y en sus viajes a París entró en contacto con las versiones realistas del “luminismo”, el impresionismo y el postimpresionismo, que él integró a su manera, dentro de la particular estética renovadora del paisaje español de su tiempo, que intentaba hallar un carácter diferencial en el nuevo arte encajando la tradición realista nacional en la modernidad internacional.
Tras la fracasada Revolución del 68 y el desastre colonial, tanto los pensadores como los artistas contemporáneos de Sorolla buscaron una imagen nueva de país, alejada de la representación historicista de las glorias pasadas, y la encontraron en el puro paisaje, tanto en las regiones de la periferia peninsular como en la meseta central y de Castilla; en ésta particularmente se descubrió una estética geológica del suelo -según término de Giner- y un espiritualismo en línea con el gusto decadentista europeo. Para ellos, Castilla -sobria, austera y trascendente- sería la imagen más auténtica de la nación.
Inmerso en aquella cultura, y en contacto con gran parte de sus protagonistas, Sorolla dio nuevas versiones a los diversos paisajes españoles, profundizando en su nuevo sentido y significación, desde los de la Alhambra deshabitada a aquellos de los campos desolados y viejas ciudades castellanas, que descubrió en compañía de Aureliano de Beruete, magnífico pintor de paisaje e ilustre institucionista.
La exposición se divide en cuatro ámbitos:
- Mitología regionalista y naturaleza.
- Sorolla en verde y gris
- La invención de Castilla como emblema nacional
- La “España blanca” de Joaquín Sorolla, una versión moderna de la invención romántica
Mitología regionalista y naturaleza
Después de formarse en Valencia, donde sus maestros lo animaron a pintar del natural, y tras sus años de estudio en Italia, Sorolla se estableció en Madrid, pero nunca dejó de pasar temporadas en Valencia, donde la temática de sus obras de juventud representa el interés por lo popular que fue característico del fin de siglo. Los pinceles de Sorolla se centran en su ciudad, en el puerto de Valencia, en sus playas, sus plazas y puentes y no olvidan el campo valenciano: la huerta, las alquerías y las barracas con su peculiar arquitectura popular.
Sorolla en verde y gris
Sorolla viajó durante muchos veranos al norte de España. En Muros (Asturias) se unió a la colonia de paisajistas que había organizado el pintor asturiano Tomás García Sampedro siguiendo el modelo de la escuela francesa pintura al pleinair de Barbizon. Y con su familia pasaría muchos veranos en San Sebastián, Zarautz y Biarritz. En el norte, la luz más gris del Cantábrico y los verdes brillantes de los prados de Asturias dieron a su producción otras tonalidades.
La invención de Castilla como emblema nacional
Sorolla recorrió Castilla en múltiples viajes y se unió a la fascinación por su paisaje que sintieron los institucionistas y la Generación del 98. Un paisaje inédito hasta entonces como tema en la pintura, pero que emocionaría a toda una generación de escritores y artistas con el descubrimiento de su carácter sublime y su poética del vacío.
Sorolla representa Castilla sin perder su natural sensibilidad para la captación de la luz y sin dejar de hacer sorollas. Pinta sus ciudades monumentales -Toledo, Ávila, Burgos- y también su naturaleza, centrándose en las nubes y sus transformaciones, y en las luces cambiantes del cielo.
La “España blanca” de Joaquín Sorolla, una versión moderna de la invención romántica
Durante un rápido viaje en 1902 llega Sorolla por primera vez a Andalucía, a la que habría de volver muchas veces en los años sucesivos.
Alejándose del tópico todo lo posible, Sorolla busca la autenticidad de aquellas tierras. En Sevilla pinta sus jardines, pero también los paisajes insólitos de sus zonas secas donde solo prosperan las chumberas; en Jerez, los inmensos viñedos que le ofrecen un puro espectáculo de color. Granada le impacta profundamente: a sus barrios, a su Sierra Nevada y a la Alhambra dedicó hasta 47 paisajes en tres viajes en 1909, 1910 y 1917, siempre a finales del otoño o en pleno invierno, siempre solitarias, melancólicas, con la hondura de una visión enteramente personal.
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