Carta del Presidente

El año 2021 ha sido, en muchos sentidos, un año de retornos: la vuelta de las actividades presenciales nos ha hecho, desde luego, darle mucha mayor trascendencia a aquello que considerábamos trivial o cotidiano. A nuestro público de siempre se han añadido caras nuevas, pero lo más importante es que hemos encontrado a todo el mundo con más ganas. Esta energía que nos ha transmitido la gente y a la que ojalá hayamos acertado a corresponder no puede dejar de mencionarse, por más que sea algo de difícil cuantificación, entre los hitos del año.

En sintonía con esta experiencia colectiva de la que hablaba al comienzo de estas líneas, nuestra primera exposición ha sido precisamente una reflexión sobre el ser social del hombre, tan inherente a la cualidad de lo humano. Pero, al lado de esta línea más transcendente, hemos querido aportar también los aspectos más exultantes del arte y ello nos ha llevado a traer a Galicia la mirada de niño de un clásico del siglo XX: Joan Miró. Su especial conexión con la infancia, cuya falta de perplejidad ante una estética que reta a los adultos es impresionante, compensó tal vez las restricciones para la didáctica que todavía se mantenían.

Otro reencuentro emocionante nos lo proporcionó el ciclo de Velázquez. Este pintor de pintores fue el más apropiado para la vuelta de nuestras conferencias. Velázquez nos une con el Museo del Prado desde que en el centenario del artista hicimos el primer ciclo, que ha tomado el nombre de su primer organizador, Francisco Calvo Serraller. De nuevo fuimos honrados con la participación del duque de Soria en la inauguración.

Nuestra vinculación con el Pórtico de la Gloria, uno de los proyectos más ambiciosos de la Fundación, con más conexión con nuestra propia historia, ha tenido este año un maravilloso embajador: el libro Pórtico de la Gloria: una Restauración. Siempre supimos que contar el proyecto era uno de sus ineludibles capítulos y sabíamos que debíamos contarlo a nuestra manera: el resultado es una obra que, más que explicar, muestra y refiere no solo la maravilla del Pórtico y la maravilla de su restauración, sino también su propia esencia de obra que hermana el pasado, el presente y el futuro, lo público y lo privado, el mecenazgo y la responsabilidad de las administraciones, el arte y la ciencia. Por eso hemos querido unir este libro al nombre de nuestra inolvidable presidenta, Carmela Arias, y así se lo hemos dedicado.

Hablando de mecenazgo, la Fundación tiene también la misión de facilitar las conductas filantrópicas y, gracias a la generosidad de la familia Soldevila Trías, hemos podido traer a Galicia una obra más de uno de nuestros pintores más destacados: Sotomayor. Se trata de un magnífico retrato que ha sido donado por la familia de la retratada, bajo las condiciones de velar por su conservación y facilitar su difusión.

Al mismo tiempo que volvía el público a nuestras instalaciones, nuestra presencia virtual, que había vivido un boom durante el confinamiento, experimentó un previsible y razonable reajuste. Creemos, en todo caso, que este periodo ha servido para ganar en profundidad y fidelización, además de afinar nuestra capacidad de respuesta a los acontecimientos.

Algunas cosas, como las entrevistas de becas, tuvieron que seguir haciéndose, desde luego, con las pautas de la pandemia. Sin embargo, esta experiencia de trabajo online fue también, como decía, una prueba de la que salimos satisfechos.

Pero, además de retornos y continuidades, hemos abierto caminos nuevos. En gobierno corporativo contamos desde finales de año con otro vocal, Francisco Martelo Villar, quien viene a reforzar la presencia de las ciencias en el patronato.

En educación se ha emprendido un proyecto alrededor de drones enfocado para escolares y que ha adoptado la forma competitiva que tanto estímulo produce en los jóvenes. No se trata ya de hacer a nuestros jóvenes simplemente más hábiles, sino más conscientes de la tecnología, porque sin esta conciencia no serán más que meros instrumentos —todos estamos en riesgo de serlo— de la revolución tecnológica.

La tecnología, que ya en sus albores fue una de las preocupaciones de la Fundación, con actuaciones pioneras en educación a distancia y para tratar de salvar ese gap que también redunda en diferencia social incluso desde antes de que nos acostumbráramos al anglicismo, es también el centro de uno de los programas de acción social que hemos creado: los nuevos fenómenos de las redes sociales no son solo una fuente de ventajas para una generación que tiene, sin duda, más destreza para usarlas que la nuestra, pero quizás menos bagaje para saber que hay amenazas que no son más inofensivas al pasar del mundo real al virtual.

No puedo despedirme sin tener un cariñoso recuerdo por quien fue durante muchos años vocal de nuestro patronato y siempre compartió los afanes de la Fundación. A María Luisa Martínez Poch, fallecida apenas comenzado este año de 2022 desde el que les escribo estas líneas, que sentía tanto nuestros éxitos como nuestras dificultades como propios, creo que le habría gustado ver una vez más su nombre unido a los hitos de nuestra memoria. Sean estas palabras un pequeño reconocimiento.



José María Arias Mosquera

Presidente de la Fundación Barrié